La especificidad en el entrenamiento deportivo ha sido tradicionalmente entendida como la capacidad de replicar movimientos similares a los del deporte practicado. Sin embargo, bajo la visión de los sistemas dinámicos y los planteamientos de Frans Bosch, este concepto adquiere una profundidad mayor, enfocándose en la adaptación y en la interacción entre el cuerpo del atleta y su entorno.
Enfoque de los sistemas dinámicos
Los sistemas dinámicos proponen que el cuerpo humano es un sistema compuesto de múltiples partes interconectadas que interactúan de manera no lineal. Esto implica que pequeños cambios en las condiciones internas (como el estado físico o mental del atleta) o en las condiciones externas (como el clima, el tipo de superficie, o la presencia de oponentes) pueden tener un impacto significativo en el rendimiento.
La clave de este enfoque está en cómo el sistema se auto-organiza ante la variabilidad del entorno. En lugar de pensar en movimientos deportivos como patrones fijos y repetitivos, el cuerpo constantemente encuentra soluciones nuevas y eficientes en función de las demandas específicas del momento. Esto desafía la noción tradicional de especificidad, donde se pensaba que repetir movimientos precisos y predecibles era la mejor manera de optimizar el rendimiento. Bajo este enfoque, la especificidad radica más en la capacidad de adaptarse a la complejidad.
La especificidad según Frans Bosch
Para Bosch, entrenar la capacidad de adaptarse es más importante que simplemente replicar movimientos deportivos. Este planteamiento se apoya en varios principios clave:
- Transferencia funcional: El entrenamiento debe reflejar las condiciones reales del deporte, lo cual no significa necesariamente imitar los movimientos exactos, sino entrenar en un contexto que permita la transferencia directa al rendimiento en competición. Por ejemplo, si un futbolista entrena sus desplazamientos en situaciones de incertidumbre, como simulando la presión de un rival o cambiando el terreno, está mejor preparado para responder a las demandas del juego real.
- Variabilidad controlada: En lugar de buscar una técnica “perfecta”, Bosch promueve la inclusión de variabilidad en el entrenamiento, lo que permite que el cuerpo aprenda a ajustarse a diferentes situaciones. Así, en lugar de repetir mecánicamente un movimiento, el atleta aprende a modular sus respuestas en función del entorno, mejorando su coordinación y eficiencia.
- Perturbaciones externas: En esta línea, Bosch introduce el concepto de perturbaciones controladas, que son pequeños cambios intencionales en el entorno o en las condiciones de entrenamiento. Por ejemplo, un saltador puede entrenar en diferentes superficies o bajo condiciones de fatiga, lo que obliga al sistema motor a ajustarse continuamente y a desarrollar una mayor capacidad adaptativa.
- Fascia y elasticidad: Otro aspecto clave en los planteamientos de Bosch es el uso eficiente de la fascia, un tejido conectivo que juega un papel crucial en la transmisión de la fuerza y en la elasticidad muscular. En lugar de depender únicamente del sistema muscular para realizar movimientos, el entrenamiento específico también debería enfocarse en optimizar el uso de las propiedades elásticas de la fascia para mejorar la eficiencia y la capacidad de respuesta.
Conclusión
La especificidad, desde los sistemas dinámicos y la visión de Frans Bosch, se aleja del concepto tradicional de repetición de movimientos, enfocándose más en la capacidad del atleta para adaptarse a condiciones cambiantes y diversas. En este contexto, el entrenamiento específico es aquel que prepara al cuerpo para auto-organizarse y encontrar soluciones motoras óptimas en función de las demandas del entorno. Este enfoque no solo mejora la transferencia al rendimiento deportivo, sino que también promueve una mayor eficiencia y coordinación, elementos esenciales para el éxito en situaciones de alta competitividad.